En el marco de las celebraciones de la Semana Mayor, se tuvo en el Monasterio una Eucaristía por los enfermos presidida por el Rvdo. Padre Antonio Agrela. En la catequesis que el celebrante impartió antes de la Eucaristía, éste recordó a los fieles que llenaban la Capilla que se trataba de una Celebración por los enfermos, no una Misa de sanación ya que TODA Eucaristía es de sanación. Explicó asimismo los diferentes signos que en la Liturgia de la Iglesia van sanando, a saber: el uso de la señal de la Cruz, el agua bendita, la proclamación de la Palabra de Dios, la unción con el óleo consagrado por el Obispo, la imposición de manos y la Santa Comunión.
En su homilía, el Padre explicó que el Sacramento de la Unción debe ser recibido con las debidas disposiciones y que no se debe acceder a él si al mismo tiempo se cree en supersticiones y se frecuentan lugares de brujería. También citó al Padre Philippon O.P. y expresando que si el Sacramento es recibido como se debe, previo el arrepentimiento de los pecados, éste devuelve al fiel la gracia bautismal y hace al alma capaz de la visión inmediata de la Trinidad sin pasar por el Purgatorio. Recordó que la administración del Sacramento de la Unción es potestad del sacerdote ordenado y que por lo mismo éste no debe ser administrado por los diáconos y, menos aún, por los fieles laicos.
Acto seguido, procedió a la unción de los numerosos enfermos presentes, imponiéndoles luego las manos tal como lo indica el Ritual. Continuó luego la celebración de la Eucaristía y, completando la obra comenzada por el Sacramento de la Unción, invitó a los fieles preparados a recibir la Sagrada Comunión.
Al finalizar, felicitó a los asistentes por el espíritu de fervor y devoción en el cual se desarrolló la Eucaristía. Terminó invitando a los presentes a encomendarse a la intercesión de la Sierva de Dios Madre Lucía del Niño Jesús y de la Santa Faz y a comunicar a las religiosas las gracias recibidas.
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